Una mujer puede decir «sí» al sexo y no desearlo sin que eso sea una agresión sexual. Si todo sexo no deseado (incluyendo el trabajo sexual pero no solo) fuera una violación, estaríamos no reconociendo a las mujeres la posibilidad de tomar decisiones a pesar de sus deseos o incluso contra ellos. Igualmente, una mujer puede decir «no» al sexo aunque lo desee y sí deberíamos llamar a eso, siempre y en cualquier caso, violación.
Cuando se viola a una mujer no se viola su deseo, se viola su voluntad. A esa voluntad la denominamos con palabras como consentimiento, acuerdo o decisión, y se expresa cuando decimos «no» y cuando decimos «si».