El feminismo ha atravesado transformaciones profundas, tantas como sus convicciones e interrogantes acerca de qué es ser mujer, que como Freud y Lacan ya apuntaron, nunca se ubica en un universal que la defina. Por lo que el feminismo no es solo condición de la igualdad, sino que es el movimiento que mejor representa el conjunto de avances sociales en el siglo XXI por su diversidad.
Se trata así, de orientar una forma de construir una política entre “iguales” diferentes y singulares, para acceder a una vía de emancipación. Sin embargo, la emancipación no cuenta con ninguna ley histórica que asegure que va acontecer, es una apuesta sin garantías pues no hay ningún sujeto político constituido, sino que debe advenir. Si las mujeres son capaces de decidir sobre sus cuerpos, y alojar todos los matices de la diversidad, por ello una por una, estarán haciendo así de «lo político» un acto instituyente. El feminismo será entonces, lo político en tanto acto instituyente para lograr un proyecto de emancipación, no una moda o una queja ni mucho menos, un privilegio de algunas.