Cuando queremos comprender y/o describir cuestiones complejas como la naturaleza de nuestro pasado, qué es la vida humana, cómo nos enamoramos, etc. nunca logramos llegar exactamente a donde nos gustaría. Las palabras, nuestro discurso sobre la realidad, sobre la experiencia de los sentimientos, sobre los recuerdos, se resiste a la coherencia de la imagen con la que estamos intentando organizarla. La postmodernidad puso de relieve las dudas que se plantean en torno a la naturaleza del propio discurso: quién dice qué, cómo lo dice y cuáles son sus intereses. En la biografía, es decir a la hora de construir un relato sobre una vida que no es la propia, estas cuestiones adquieren una enorme importancia. La más importante de todas: ¿cómo legitimar la voz que cuenta la historia de una vida que solo puede conocerse a través de las huellas que ha dejado? Responder a esta pregunta será el eje de la intervención.