Es imposible cerrar los ojos a la huella de España en México. Una huella profunda, fundada en el mestizaje que se dio en el ámbito étnico, pero sobre todo en la cultura, y que se mantiene como un proceso abierto. En el mestizaje, los valores materiales, intelectuales, vitales, estéticos, éticos y religiosos de conquistados y conquistadores tendieron a converger bajo la noción de que los hombres, diversos en la piel, el origen y las costumbres, son iguales ante Dios. Y en esa noción cardinal se fincaron las leyes y las instituciones novohispanas, desde el Hospital de Jesús fundado por Cortés después de la conquista (que aún subsiste) hasta los Juzgados de Indios que operaron hasta principios del siglo XIX. Del crisol cultural que fue la Nueva España proviene la lengua, la espiritualidad, los valores, la cocina, las artes, la arquitectura, los usos sociales y muchos hábitos intelectuales y políticos de los mexicanos de hoy.