¿Te has dado cuenta de que solo tú puedes conocerte a ti misma, a ti mismo? Nadie sino tú puede adentrarse en tus espacios internos para descubrir tus misterios. Tu universo interior es tu territorio privativo, un ámbito al que ningún otro ser podrá jamás acceder para descubrir sus misterios, salvo tú. ¿Lo sabías? Pues bien, esta introspección, este autodescubrimiento es precisamente a donde se dirige la práctica meditativa, también conocida como el arte de la contemplación debido a que consiste, simplemente, en contemplar lo que hay allí, dentro de ti, con la mirada pura e inocente de un niño.
Meditar, o contemplar, consiste en esencia en adentrarte en tu ámbito interno para encontrarte contigo y descubrir entonces quién eres realmente y cuál es tu naturaleza real, algo que nadie más que tú puede alcanzar y desvelar. Para ello, cuentas con el más poderoso don que existe: tu consciencia, esa asombrosa capacidad innata de darte cuenta, de saber y de conocer que es tu derecho de nacimiento. No necesitas de nada más, pero tampoco de nada menos.
A lo largo del viaje de autodescubrimiento que es la meditación, una aventura que emprendes acompañado únicamente de esa conciencia que ilumina tu mirada y alumbra tus pasos, habrás de vértelas primero de todo con la fascinación de la mente y sus inagotables pensamientos, imágenes y deseos. Salir del pantano de la mente y de su mundo de ilusiones es el primer desafío del aventurero interno. No es tarea fácil, pero es posible lograrlo con paciencia y perseverancia. Y merece la pena, ya que el hecho de aquietar la mente te permitirá, de entrada, establecerte en el sosiego y la paz interior que ya reside en ti, abandonando el estrés y saliendo de estados de angustia y ansiedad. Más adelante, cuando tu práctica haya madurado y el momento sea oportuno, la quietud mental te abrirá la puerta a estados de consciencia reveladores, liberadores y dichosos que, ¿quién sabe?, quizá te conduzcan hasta el despertar final.
De todo ello hablaremos en esta charla.