La mirada budista ofrece una salida al desafío climático que tenemos delante. Si aplicamos los principios básicos del budismo, viendo al planeta como un organismo que sufre, una madre tierra humillada, podremos revertir la tendencia destructiva en la que estamos acorralados. Para el budismo, la compasión es clave en cada uno de nuestros actos. Una compasión auténtica que nazca del corazón y que sea capaz de mirar los ecosistemas en peligro como seres vulnerables a quién ayudar a sanar y a los que debemos nuestra vida. Sin embargo, sin sabiduría, la compasión sería como un pájaro que no puede volar porque le falta un ala. Hace falta aplicar inteligencia y conocimientos para revertir la crisis de la naturaleza. La ignorancia, precisamente, está en la raíz de nuestros males. Así pues, sabiduría y compasión son los dos principios con los que evitar la destrucción de nuestra madre tierra.