Un libro puede contener innumerables identidades entre sus páginas. Por ejemplo, ‘República luminosa’ puede ser una novela existencialista donde la persona en crisis no es un individuo particular, sino la sociedad en su conjunto. También puede leerse como una sutil y hermosa historia de amor. O como una novela simbólica, donde la ficticia y tropical ciudad de San Cristóbal aparece más como Aleph para leer nuestro tiempo que como arquetipo geográfico. O acaso esté concebida como una fábula atemporal en que adultos y niños cambian sus papeles. Puede ser una distopía, una novela metafísica o prosa renovadora disfrazada bajo ropajes reconocibles. O quizá sea, y esto sería lo más asombroso, todas esas cosas a la vez.
República luminosa, de Andrés Barba
/ Literatura