//CANCELADO POR MOTIVOS AJENOS AL CENTRO CULTURAL//
Cada semana y cada año esperamos con ansia los momentos de holganza, las vacaciones, mientras la vida se convierte en un péndulo que oscila entre los lunes y los viernes, el trabajo y el tiempo libre, el encierro y liberación. Curiosamente, en los últimos tiempos parece que ese albedrío se ha uniformado y a casi todo el mundo le gusta dedicar su ocio a las mismas cosas: viajar, hacer las fotos de rigor, consumir lugares y una cultura que se ha convertido en puro contenido. La filosofía, que nació de un ocio concebido de forma radicalmente distinta, es una de las herramientas más potentes de las que disponemos para pensar cómo y por qué el ocio hoy se ha convertido en una faceta más del trabajo, con sus tareas pendientes, sus horarios, su horror al vacío.