La bondad es la capacidad de cuidado, de amor, de sensibilidad, de benevolencia hacia uno mismo y hacia los demás. Es la forma más evolucionada de inteligencia que compartimos los humanos y una ventaja evolutiva que puede salvarnos como especie.
Como virtud, se puede y se debe cultivar. Si hacemos todo lo posible para alimentar esa semilla, el espacio para que crezca la violencia irá disminuyendo.
Al potenciar la bondad, potenciamos el aprecio a la diversidad, la compasión, la gratitud y la cultura de la paz. El mundo se vuelve más generoso y más bello cuando se practica la bondad.
La bondad en acción, y existe bastante evidencia científica de ello, es el freno a las conductas agresivas. Despertar la bondad, además de generarnos un estado de serenidad interior y reconciliación con nosotros mismos, actúa como antídoto contra la destrucción y la violencia.