La única certeza es el momento presente. Ni el pasado ni el futuro existen. Son mundos virtuales. Nos pasamos la vida en uno o en otro, sin vivir en el único mundo real, el del aquí y el ahora. Necesitamos aprender a parar, a bajar las revoluciones de nuestra mente inquieta que nos desconecta de la realidad.
La neurociencia ya ha confirmado lo que las tradiciones religiosas ancestrales saben desde hace siglos: enfocarnos en el momento presente es la manera de gestionar la incertidumbre que genera nuestra mente desenfocada. Entrenando la atención plena y desarrollando una actitud de apertura y de no-juicio, para estar de verdad inmersos en cada momento en lo que hay, descubriremos que nuestro ego es una construcción mental basada en el pasado y en el futuro, y comprenderemos que, más allá del ego, se halla nuestro verdadero ser.