“Mientes”, dice el mentiroso”, “todos mienten”,” mientes más que hablas”, ecos tan recientes que nos muestran los cotidiano de la mentira y su conexión con la palabra.
“Hablas luego mientes”. Conclusión estructural para los seres parlantes, nada rara por otro lado en la sociedad del relato mediático, de las fakes, los bulos, la desinformación, de la pretensión imposible que el lenguaje lo diga todo, a pesar de la distancia esencial de la palabra y la “cosa en sí” (la verdad de la cosa).
Frente a lo cotidiano de la mentira, la verdad es una extraña que hay que buscar, no es fácilmente accesible y lo habitual es huir de ella.
La verdad emerge en la frontera de ese desencuentro entre la palabra y “la cosa”, se abre paso a través de la mentira, de la equivocación y en la medida que no pude decirse toda, que es inabarcable, tiene estructura de ficción, por eso se vislumbra con frecuencia en la literatura, en los mitos, en la poesía o en el cine.
Es como un texto tejido de relatos, de impases, olvidos, ausencias, tachaduras…, texto con el que el psicoanálisis trabaja buscando la verdad del sujeto.